Dice un dicho:
“Un pueblo sin memoria está condenado
a repetir su historia”. Al parecer los “hombres de negro”
visitan nuestro país en cada período presidencial (sin mencionar partido o candidato)
y hacen olvidar al pueblo todo lo que pasó durante los años anteriores.
Durante el período de campaña se cree que la
política es un juego de pelota (hago la metáfora por la pasión que genera este
juego) y se apuesta por el mejor farsante, por el más derrochador, por el que
las encuestas compradas le den el mayor porcentaje de preferencia (es cuestión
de jugar con la mente de los indecisos), por el que más dádivas invierta en el caravaneo,
incluyendo el romo.
Además, sin dejar fuera el uso de los recursos del estado para todo esto (del partido que está en el poder) que hace
de las campañas políticas una fiesta y derroche de nunca acabar.
En estas contiendas electorales,
correspondientes al período presidencial 2012-2016 los ciudadanos quisqueyanos
se encontraron entre la espada y la pared, entre un nuevo candidato prometedor
de un CAMBIO SEGURO, que pertenece al mismo partido que ha ocupado el poder, ahora,
durante tres períodos consecutivos y de una postalita repetida que dejó un
trago amargo en la población.
Existen otros candidatos minoritarios con un
buen discurso, como Max Puig del partido Alianza por la Democracia y Guillermo
Moreno del partido Alianza País, pero por no ser partidos que acarreen ovejos,
ni partidos a los que las encuestas les dan mayor porcentaje, ni partidos que
cuentan con recursos suficientes para darse el lujo de hacer fiestas caravanísticas
que demuestren su poderío, ninguno llega ni a un cinco porciento de los votos.
El dominicano pide un CAMBIO, pero sigue
eligiendo los mismos partidos mayoritarios que nada ofrecen y todo lo prometen,
convirtiéndose en la esposa maltratada esperando un cambio de su esposo que la sodomiza
sin piedad.
El mismo pueblo que se muere de hambre, el
mismo pueblo que no tiene un sistema educativo decente, el mismo pueblo que no
encuentra ni siquiera una curita en los hospitales, el mismo pueblo que llora
cada día por falta de empleo y oportunidades, es el mismo pueblo que se ajuma
en las caravanas.
Son las mismas muchachas adolescentes que
bailando en las caravanas muestran todos sus “atributos” al compás de la música
(si se puede llamar música) siendo ellas mismas las madres solteras que
cogieron lucha en la Maternidad, sin estudios y que a cambio del figureo y unos
cuantos pesos se alquilan para el “deleite visual” de la muchedumbre, que como “caña para el ingenio” ejerce
religiosamente su voto, que por “derecho” tiene que ejecutar, para tener “VOZ”
a la hora de exigir. Total, el pueblo ya no exige, se queda callado con las
manos cruzadas, esperando otro período electoral y “hacer una mejor elección”.
No tengo esperanza en mi país, no espero más abriles
gloriosos, ni esperaba un mayo de sangre impulsado por la turba inconforme.
La única esperanza que no ha muerto (hasta que la Barrick
Gold quiera) es que sigamos siendo destino turístico y que demos las mejores
fotografías de postales de gift shop, sigamos ofreciendo nuestra sonrisa y
cambiando espejitos por oro.
Esta isla se merece los gobernantes que le tocan. ¡Que viva la República Dominicana!
Fotos: fuente externa