martes, 28 de junio de 2011

La vida es un bit

¿Cuánto tiempo pasas en las redes sociales? ¿Hace cuánto no recibes una serenata? ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tu amigo “te quiero” en vez de escribirlo en su muro de Facebook?
Expresiones como estas han perdido su valor, gracias al poder de transmisión instantánea, vana y sencilla de los sentimientos, que  son transmitidos desgraciadamente con solo hacer un click.

Así como la tecnología avanza cada día más, como humanos nos atrasamos cada día más, convirtiéndonos en humanoides, entes vacíos de sentimientos vacunados contra el dolor ajeno. Como sociedad no nos inmutamos el saber de las muertes, guerras, injusticias, enfermedades, abusos, y demás atrocidades a la que estamos expuestos a diario.

Estamos adormecidos en la era Smart, pero no Smart de su significado en español: inteligente, sino,  por ser la era de los Smartphones y zombies vivientes,  que es en lo que se han convertido todos los usuarios de esta nueva tecnología, que con sus cabezas bajas, y horas muertas surfeando en las comunidades sociales, han olvidado la esencia real de un beso, de un abrazo, de una sonrisa, que en esta nueva era se ha traducido a dos puntos y un paréntesis.

Ya no es necesario salir a una cita para conversar  y conocerse, con solo agregarse mutuamente en alguna de las redes sociales, automáticamente, nos convertimos en parte de la vida de esa persona, así que todas las expresiones previas para salir con alguien, están en el olvido, antes se pedía al menos el número de teléfono y el nombre, ahora todo se ha reducido al BBpin.

La vida real se ha convertido en pixeles y resolución. Necesitamos volver a lo retro, a los abrazos, a las charlas por  teléfono por largas horas, a las caminatas al parque, a las citas a la heladería, a un apretón de manos, a un susurro. No digo que nos quedemos rezagados, y miremos de reojo las nuevas tecnologías, pero evitemos ser nosotros mismos parte del fin de la humanidad y convertirnos en robots orgánicos. 
La vida es muy corta para desaprovechar el poder de lo invaluable.
Todo era más fácil cuando Blackberry y Apple eran solo frutas.

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